¿Qué significa ser una Escort de éxito para Nina Sag?

Cuando vi el título de este artículo marcado como tema de la columna, me vinieron a la mente mil millones de cosas. Son casi cuatro años y medio trabajando como escort, para tener un pedazo de esta tierra, bajo este sol que brilla para todos.

El diccionario define el éxito como “algo que sucede después”, es decir, que sólo llega después de lograr algo.

Una fiesta bien planificada puede ser un éxito o no. Del mismo modo que quizás no planeemos nada el fin de semana con amigos, pero las cosas suceden de una manera inolvidable. ¡Resultando en éxito!

En la vida sucede lo mismo. Podemos crear todo un plan para llegar a la cima de lo que consideramos éxito y cuando llegas allí, no sientes que lo has logrado.

El comienzo de mi viaje
Hace cinco años, cuando firmé un documento de separación de una unión estable, la película de la relación se reprodujo en mis recuerdos y me sentí un fracaso. Pero cuatro años antes de esta situación, cuando vivía el cuento de hadas del “matrimonio feliz”, todo era diferente.

Tenía una casa, una hija, un marido, un patio enorme con un perro y otras mascotas, un grupo de amigos, también casados, que se reunían los fines de semana.

También tenía una profesión normal, profesora en un colegio privado, en el que siempre había soñado trabajar. Era prácticamente una señora “modesta y hogareña”, eso para mí era sinónimo de éxito en ese momento.

En 2017, cuando comencé a trabajar como escort, hubo muchos momentos en los que pensé: “vale, he tocado fondo, no puedo hundirme más”. Y realmente no fue posible, pero sí se pudo escalar.

En el momento en que decidí ser escort, mi celular se rompió esa semana, como no tenía dinero para arreglarlo, me vi obligada a resucitar otro dispositivo inferior al que tenía, para poder tomar algunas fotos. .

Aún con mala resolución y poca luz, lo hice y lo publiqué, obtuve una rápida respuesta en la búsqueda, por otro lado, me costó mucho entender qué era un contacto falso de alguien que realmente quería agendar una cita.

También luché por entender que los clientes molestos que siguen pidiendo fotos no quieren programar nada, solo quitarnos el tiempo, y luché hasta que aprendí a limitar lo que me sentía cómodo haciendo o no haciendo.